En el interesante aunque denso libro Cisnes Salvajes, se narran la historia de tres generaciones de mujeres chinas y la época histórica que a cada una le tocó vivir: La China Imperial, la China de Mao y la China actual.
Recién llegados los comunistas al poder, la corrupción estaba institucionalizada. Mao y el Partido Comunista tomaron las medidas que en un pasaje del libro se relatan y a continuación transcribo:

Poco después de subir al poder, los comunistas hubieron de enfrentarse a una crisis. Habían logrado obtener el apoyo de millones de personas a base de prometer limpieza en su gobierno, pero algunos funcionarios habían comenzado a aceptar sobornos o a conceder privilegios a sus familias y amigos. Otros celebraban extravagantes banquetes, lo que en China constituye no sólo una de las aficiones tradicionales —casi un vicio— sino también un modo de entretener y alardear simultáneamente.
Todo ello, claro está, a cuenta y en nombre del Estado en un momento en el que el Gobierno se encontraba extremadamente escaso de dinero, ya que intentaba reconstruir su destrozada economía y al mismo tiempo librar en Corea una guerra que estaba devorando aproximadamente el cincuenta por ciento de su presupuesto. Algunos funcionarios comenzaron a malversar a gran escala. El régimen empezó a inquietarse: sentía que se estaban erosionando tanto los sentimientos de buena voluntad que lo habían arrastrado al poder como la disciplina y dedicación que habían asegurado su éxito.
A finales de 1951, decidió lanzar un movimiento contra la corrupción, el derroche y la burocracia. Se denominó Campaña de los Tres Anti. El Gobierno ejecutó a algunos oficiales corruptos, encarceló a otros varios y despidió a muchos más. Incluso algunos veteranos del Ejército comunista que se habían visto implicados en malversaciones y desfalcos a gran escala fueron ejecutados como ejemplo.


La autora, presentadora de un programa radiofónico en 1989, recibe una carta denunciando el hecho acaecido en una aldea, según el cual un anciano ha secuestrado a una niña obligándola a casarse con él y, ante el miedo a que escape, la mantiene encadenada. Esta es sólo una de las cientos de historias y testimonios que recibe en la emisora dando cuenta de la desconocida y cruda realidad de las mujeres en China.
La historia de los países está llena de guerras autoinducidas, catástrofes naturales convertidas en oportunidades, autoatentados, etc. Todas ellas con el objetivo, directo o indirecto, de reactivar ciertos sectores productivos como la industria armamentista, el sector construcción, automovilístico, en fin, la economía en general. Surge así el «estado corporativista», en donde una restringida elite pasa de una empresa a cargos públicos sin el menor respeto a las normas liberales contra el conflicto de intereses. El «capitalismo de los desastres» no puede sino seguir renovando la inseguridad social. La «guerra al terror» (11-S) se convierte así en la retórica tras la que ocultar la venta de la defensa nacional a las empresas privadas y el pleno control del petróleo (Afganistán, Irak).
